Esta imagen representa la felicidad y la asusencia del dolor, mediante placeres materiales.
El hedonismo, también llamado epicureísmo, ve en la filosofía el camino para lograr la felicidad entendida como liberación de las pasiones. Así, pues, el valor de la filosofía es puramente instrumental: Mediante esta doctrina, el hombre se libra de todo deseo inquieto y molesto; también se libra de las opiniones irrazonables y banales, y de las turbaciones procedentes de ellas.
Según esta corriente filosófica, lo bueno es lo que nos produce placer. Ahora bien, no debemos entregarnos desmesuradamente a él, sino tener en cuenta sus consecuencias para evitar que un placer momentáneo pueda, más adelante, convertirse en displacer, en algo doloroso; se trata de realizar un “cálculo de placeres” para obtener de ellos la mayor felicidad posible.
En este sentido que los placeres espirituales son preferibles a los materiales (beber, comer, consumir sin medida…) ya que duran más tiempo y no producen displacer y que las tres cosas que mejor contribuyen al logro de la felicidad son los amigos, la libertad (se refiere fundamentalmente a la económica) y una vida analizada (quiere decir: consciente, reflexiva, crítica, autónoma).
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